viernes, 7 de octubre de 2011

i-obituario


Eva cometió su pecado confeso sin tener en cuenta que aquel “pero” (que tantos disgustos le acarreó) caería en manos de un señor californiano que transformó su despreciable significado machista en el icono tecnológico del táctil paraíso siglo XXI. La cosecha del árbol prohibido, clonado con éxito en Silicon Valley, ha sido generosa y seguirá abasteciéndonos del dulcísimo placer del pecado per secula seculorum. En el cielo analógico no deben dar abasto instando a Lucifer a que nos lleve consigo a todos usando alguna aplicación tridentina instalada en su iphone de carcasa incandescente, tan de moda en Estigia.